Paulo Ueti
22 min readMay 7, 2019

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Revisitando hermenéuticas – transformando vidas: El caos y la seca en el origen: poiesis

Ese artículo fué una colaboración para el Encuentro de TearFund Global en América Latina sobre la Justicia Ambiental, teologías, economía sostenible y el rol de las Iglesias. Lima, abril 2019.

Pues… “Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no solo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo.” (Rom 8:22–23)

Introducción

La creación gime, como si estuviera viviendo dolores de parto. Yo soy varón, y no tengo idea de lo que significa esa metáfora en mi cuerpo. Solamente puedo imaginar lo que sienten mis hermanas mujeres que pasan por esa experiencia. Esa lectura de Pablo sobre la vida es bien generosa y ayuda a la gente a reconocer la conexión que tenemos con toda la creación (vínculo de amor y responsabilidad) y entender que el gemido y el dolor son parte de un proceso que generará vida y felicidad.

“… Ciertamente he visto la opresión que sufre mi pueblo en Egipto. Los he escuchado quejarse de sus capataces, y conozco bien sus penurias” (Éxodo 3:7)

Aun siendo varón, escucho los gritos y gemidos de mi gente. Yo también gimo y grito. Soy solidario con mis hermanas y hermanos agricultores que ya no logran más prever/leer el tiempo para organizar su trabajo con la tierra. Son sorprendidos por inundaciones o sequías. El ciclo de la naturaleza no es más lo mismo, ha cambiado. Los glaciares se están derritiendo, los océanos están subiendo de nivel y la temperatura de está cambiando, la vida está en riesgo. Hay islas enteras que ya desaparecieron del mapa, ciudades costeras que están amenazadas por el avance del mar. Los inviernos y los veranos son más extremos. La contaminación aumenta día con día. Las selvas son arrinconadas y amenazadas por la voracidad de las corporaciones nacionales e internacionales que buscan solamente la acumulación de capital. Los pueblos indígenas y las comunidades tradicionales están perdiendo sus tierras y sus derechos por la minería y el agronegocio. Las desigualdades económicas y sociales son abrumadoras y. amenazan. la propia existencia humana.

El creciente impacto del cambio climático, la incierta y polarizada situación política de muchos países, con el poder en manos de las elites y compañías multinacionales en el mundo, hacen que los cambios estructurales para reducir la desigualdad sean un reto. Aun así́, creemos que hay oportunidades. La desigualdad está en la agenda sobre el desarrollo; la violencia contra las mujeres y la desigualdad de género están más presentes en el debate público que durante las últimas décadas y el cambio climático y la urgente necesidad de encontrar modelos alternativos de desarrollo bajo en carbono tiene que seguir estando en el primer plano de la agenda política mundial, independientemente de los giros geopolíticos.

El actual contexto regional y mundial presenta un camino cuesta arriba para tratar de reducir la desigualdad. Los crecientes efectos del cambio climático, la mayor polarización e incertidumbre en la situación política de muchos países, el poder en manos de elites y compañías multinacionales del mundo entero, junto con un reducido espacio en América Latina y el Caribe donde la sociedad civil pueda alzar su voz son factores que hacen que un cambio estructural sea un verdadero reto. (ChristianAid, 2019)

1 Escuchen, israelitas, la palabra del Señor, porque el Señor va a entrar en juicio contra los habitantes del país: «Ya no hay entre mi pueblo fidelidad ni amor, ni conocimiento de Dios.2 Cunden, más bien, el perjurio y la mentira. Abundan el robo, el adulterio y el asesinato. ¡Un homicidio sigue a otro! 3 Por tanto, se resecará la tierra, y desfallecerán todos sus habitantes. ¡Morirán las bestias del campo, las aves del cielo y los peces del mar! Oseas 4:1–3

Esa crisis que ya se alarga por décadas nos llama a repensar nuestro estilo de vida, nuestra manera e intención (agenda política – el bien común) de interpretar las sagradas escrituras, de vivir nuestras espiritualidades y nuestra identidad como discípulas/os de Jesucristo en ese mundo, nuestra casa común.

Teología como ministerio/trabajo y lenguaje

La espiritualidad cristiana es marcada por la forma como expresamos nuestra fe en Jesucristo en la vida cotidiana en el presente. Es bien sabido que la fe implica acción, siempre teniendo a Jesucristo como modelo.

Nuestra fe es “práxica”. Entonces, aprendimos de la tradición esa manera de hacer culto a Dios (liturgia): “¡Aprendan a hacer el bien! ¡Busquen la justicia y reprendan al opresor! ¡Aboguen por el huérfano y defiendan a la viuda!” (Isa 1:17); “Si alguien ha de gloriarse, que se gloríe de conocerme y de comprender que yo soy el Señor, que actúo en la tierra con amor, con derecho y justicia, pues es lo que a mí me agrada – afirma el Señor.” (Jer 9:24)

El culto a Dios, que eligió revelarse en la lucha por justicia (cf. Éxodo, toda la tradición profética y Jesús) y como misericordia incondicional (Oseas), es la lucha por los derechos fundamentales de las personas y por el planeta. Es ese el culto que agrada a Dios. Por eso, el tema de la justicia (tsedeq) es recurrente en toda la experiencia bíblica y estructurante de la fe de los cristianos y cristianas. “La justicia solamente sucede cuando todo está donde Dios desea; cuando todo es como ‘debe ser’. Los profetas luchan para que la vida del pueblo y de la tierra (Jubileo) sean organizadas nuevamente de acuerdo con el proyecto de la Alianza…” (CRB, 1994, pp. 21–22). El culto a Dios exige de nosotras/os contemplación y acción (la labor teológica/misionario):

“A Dios, en primer lugar, se le contempla al mismo tiempo que se pone en práctica su voluntad, su Reino; solamente después se le piensa. En categorías que nos son conocidas, contemplar y practicar es en conjunto lo que llamamos acto primero; hacer teología es acto segundo. Es necesario situarse en un primer momento en el terreno de la mística y de la práctica, sólo posteriormente puede haber un discurso auténtico y respetuoso acerca de Dios. Hacer teología sin la mediación de la contemplación y de la práctica seria estar fuera de las exigencias del Dios de la Biblia. El misterio de Dios vive en la contemplación y vive en la práctica de su designio sobre la historia humana, únicamente en segunda instancia esa vida podrá animar un razonamiento apropiado, un hablar pertinente. En efecto, la teología es – tomando el doble significado del término griego Λόγος: razón y palabra דבר – palabra razonada, razonamiento hecho palabra. Podemos decir por todo eso que el momento inicial es el silencio; la etapa siguiente es hablar.

Contemplación y práctica se alimentan mutuamente, ambas constituyen el momento del silencio ante Dios. En la oración se permanece mudo, simplemente nos situamos ante el Señor. Y en la práctica, en cierto sentido, también se calla; porque en el compromiso, en el trabajo diario, no estamos hablando de Dios todo el tiempo; cierto es que vivimos de él, pero no discurriendo sobre él. Como se dice en el Eclesiastés, hay ‘un tiempo de callar y un tiempo de hablar’ (Eclo 2:6). El silencio, tiempo de callar, es el acto primero y la mediación necesaria para el tiempo de hablar sobre el Señor, para hacer teo-logia, acto segundo. (Gutierrez, 1986, pp. 17–18)

La religión y los discursos religiosos (teo-logías) son instrumentos poderosos que inciden en la vida privada y pública, especialmente en las relaciones de poder en el ámbito de la vida cotidiana generando comportamientos, valores y, a veces, definiendo el orden jurídico y cultural en un espacio de convivencia determinado. La divinidad, independientemente de la que sea, es siempre un aspecto que se impone en. la convivencia social porque ella, de cierto modo, determina qué valores vamos a aplicar y desarrollar, qué comportamientos son justificados y, lo más importante, cuáles no son permitidos porque es “contra la naturaleza y contra Dios”. En los últimos años, hemos visto un crecimiento y desarrollo exacerbado de discursos fundamentalistas religiosos y políticos que son extremadamente peligrosos para el “bien público”, pues privilegia a determinados grupos en detrimento de otros.

Por lo tanto, es fundamental aprender de Jesús teniendo claro el público a quien él se dirige (quien es el “sujeto” de la teología) y el lugar (locus theologicus) de la revelación y de la acción misionera que transforma la vida. Yo pienso que es correcto decir que el sujeto de la revelación es nuestra casa común y la humanidad. Y nuestra relación con Dios y con su proyecto es de. colaboradoras/es de Él y con Él. Esta colaboración siempre es mediada por nuestra materialidad, por nuestra humanidad/corporeidad, por nuestra casa común. Dios es el origen del mundo (Gen 1–2) y decidió encarnarse y lo asumió plenamente (Jo 1).

Lectura como acto político – transforma el bien común

Procuro desvestirme de lo que aprendí,

procuro olvidarme del modo de recordar que me enseñaron

y raspar la tinta con que me pintaron los sentidos,

desencajonar mis emociones verdaderas,

desempaquetarme y ser yo, no Alberto Caeiro,

sino un animal humano que la naturaleza produjo.

Más eso (¡triste para nosotros que traemos el alma vestida!)

Eso exige un estudio profundo,

Un aprendizaje de desaprender…

(Alberto Caieiro)

Ese poema de Alberto Caieiro, una de las tantas personas de Fernando Pessoa, explica el proceso que llamamos leer. Leer no implica solamente un acto de decodificar signos, sino también un acto relacional que cambia todo cuando es iniciado.

Eliana Yunes, una pensadora de la literatura afirma que:

“el acto de lectura no corresponde únicamente al entendimiento del mundo del texto, sea escrito o no. La lectura carece de la movilización del universo de conocimiento del otro – del lector – para actualizar el universo del texto y hacer sentido en la vida, que es el lugar donde el texto realmente está. Aprender a leer es familiarizarse con diferentes textos producidos en diferentes esferas sociales (periodística, artística, judicial, científica, didáctico-pedagógica, cotidiana, mediática, literaria, publicitaria, entre otras) para desarrollar una actitud crítica, en otras palabras, de discernimiento, que lleve a la persona a percibir las voces presentes en los textos y percibirse capaz de tomar la palabra delante de ellos.” (Yunes, 2009, p. 9)

Cuando leemos nos relacionamos con un universo amplio y complejo y no simplemente con una única realidad. Nunca vamos al texto o a la realidad siendo inocentes y neutrales. Esas cualidades no existen entre nosotros cuando se trata de relacionarse con los tejidos de los cuales formamos parte (vida y texto escrito). Y ese orden es importante: primero la vida, después la realidad (lo que entendemos de la vida) y después el texto escrito. Pertenezco a un grupo de pensadores que afirma que la realidad no es lo mismo que lo real. La realidad es lo que conseguimos entender de lo que supuestamente sería real. Lo que conseguimos asimilar o percibir. Tener siempre nuestra perspectiva y comprensión de lo que experimentamos, vemos o leemos (aquí llamo a eso lo “real”).

Por eso es importante darnos cuenta de que siempre estamos en procesos de interpretación, y toda interpretación es mediada, nunca objetiva o neutra. Elizabeth Fiorenza nos recuerda que cualquier teología (un lenguaje sobre Dios y su revelación) es “desde el comienzo implicada” en discursos múltiples y luchas diversas. Un aspecto de esa implicación es que “lo que ves depende de donde se posiciona”, o sea, teologías son hechas desde una perspectiva particular y no puede fingir ser de otra manera. Teologías producen conocimiento que también es situado en contexto y perspectivas. (Thomson, 2015, p. 36)

Por lo tanto, siempre nos preguntamos ¿Por qué hacemos teología? ¿Para quién hacemos teología (ciertamente no es para Dios)? Y ¿Cuál es nuestra agenda política (de influencia y ordenamiento del mundo)? ¿Cómo acercarse a las narrativas de la creación y sus interpretaciones de una manera que produzca vida y justicia?

“Por tanto, vayan y hagan discípulas/os de todas las naciones, bautizándolas/os en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.” (Mateo 28:19–20)

“… pues él quiere que todas sean salvas y lleguen a conocer la verdad.” (1Timoteo 2:4)

Nuestro llamado a misión, que es de Dios y no nuestra o de ninguna iglesia/religión en particular, se forma en la escucha atenta de la palabra de Dios y en la articulación ortodoxa de su deseo para el mundo. En la Comunión Anglicana, y espero que eso pueda ser de ayuda para otras personas de nuestra familia cristiana, organizamos nuestra misión y nuestra lectura e interpretación de las escrituras para:

1. Proclamar las Buenas Nuevas del Reino de Dios

2. Enseñar, bautizar y formar a nuevos creyentes.

3. Responder a las necesidades humanas con amoroso servicio.

4. Procurar la transformación de las estructuras sociales injustas, buscar paz y reconciliación

5. Luchar por salvaguardar la integridad de la creación y por el sostenimiento y la renovación de la vida en la tierra.

Entendemos nuestra labor como una “palabracción”. Eso está muy enraizado en la tradición benedictina de “ora et labora. El proceso de lectura e interpretación de las escrituras y nuestros discursos sobre Dios son procesos de educación popular. Nuestro acercamiento a los textos bíblicos es marcado por el deseo de Dios de que todas las personas sean salvas/curadas y el planeta redimido de su sufrimiento, pues el “Reino de Dios está entre ustedes” (Marcos 1:15; Lucas 17:21). Nuestra tarea fundamental es colaborar para que más gente pueda entender y experimentar acá y ahora la revolución amorosa que es el Reino de Dios.

Sabemos que históricamente, la religión ha sido uno de los agentes más poderosos para facilitar el cambio de la conducta y actitudes de las personas. Sabemos que los actores religiosos tienen un rol estratégico en la influencia y en el establecimiento de valores, comportamientos y normas en cualquier sociedad. Sabemos que el discurso religioso, las teologías, son instrumentos de creación de vida y también de opresión y muerte.

¿Qué respuesta encontramos o producimos a partir de estas afirmaciones? Somos convocadas/os a construir puentes y honrar nuestros orígenes desde la tierra y el agua, desde la palabra y el soplo que viene de las entrañas de Dios mismo.

“En el principio, Dios… Las estrellas, los mares, los árboles, los animales, los humanos… todo contiene el mismo misterioso soplo divino. Toda es “palabra creadora”, la misma y única palabra expresada en formas diferenciadas. ¡Todas las cosas son al mismo tiempo Soplo Divino! (Gebara, 1995, p. 38)

Pero, para esa convers[a]cción es relevante revisar la interpretación (por supuesto una ‘elección interpretativa) antropocéntrica y androcéntrica de los dos relatos de la creación. Pues,

No obstante, nuestro espíritu divisor y dominador empezó́ a separarnos del principio, empezó́ a hacer de él un momento privilegiado, fruto de una acción privilegiada, de un ser en sí mismo privilegiado… Ser que domina sobre todo y a su imagen, nosotros los humanos comenzamos a dominar todo lo que parecía estar bajo el dominio de Dios. ¡Nosotros hicimos que Dios nos diera el poder de dominar! Creímos que teníamos más soplo divino que cualquier otro ser creado, y por eso nos “construimos” una escala jerárquica y mecánica de seres que predomina hasta hoy. Construimos una visión jerárquica del mundo y de la humanidad que da sustento a nuestras injusticias y desigualdades.” (Gebara, 1995, p. 38)

Rosemary Radford Ruether apunta que el problema con las “ideas cristianas sobre Dios” es su “tendencia al androcentrismo, antropocentrismo, etnocentrismo, militarismo y el dualismo ascético” (Ruether, 2009, pp. 11–12). Estas “tendencias” causaron y son responsables en gran parte, de la violación de la tierra (deforestación, extracción insustentable, destrucción de ecosistemas completos) y de la violencia sistémica contra la humanidad en situaciones de vulnerabilidad (genocidio de poblaciones tradicionales, feminicidio, racismo, violencia contra la población LGBTQI+, hambre, enfermedad de pueblos enteros, trata de personas, especialmente mujeres, niñas, esclavitud moderna, migración forzada e insegura).

Por más ecoteologias y ecoespiritualidades intencionales

“Uno de los grandes desafíos en el momento actual, para nosotras biblistas, es ofrecer elementos que posibiliten una lectura bíblica con enfoque en los cambios climáticos que amenazan el planeta. Esa lectura debe ser capaz de nutrir una espiritualidad comprometida con la vida, el universo, especialmente con la vida de las personas empobrecidas” (Lopes, 2019, pp. 16–17)

Como ya se mencionó antes, la crisis vivida y que victimiza la mayor parte de la población mundial y el medio ambiente como un todo, nos convoca a hacer teologías, hermenéuticas y vivir una espiritualidad holística y comprometida con la misión de Dios (Misio Dei).

En ese sentido, con los ojos de Dios, Jesucristo, inspirados por la “ruah”, el espíritu/viento perturbador que hace una propuesta de estudio, me gustaría acercarme a los dos relatos de la creación en Génesis, para ofrecer un método y una agenda para que miremos los demás textos de. la Sagrada Escritura a través de los nueva todas las cosas.

Tenemos en nuestra Biblia dos relatos de la creación: Génesis 1:1–2:4ª y 2:4b – 3:25. Son dos narrativas distintas, no complementarias y con trasfondo, origen y objetivos diferentes.

“Los textos de Génesis 1–3 no forman un todo unificado. Génesis 1 fue escrito por un autor/a diferente, pertenece a otro período y muestra un gusto por problemas teológicos que es mas reciente que aquellos antiguos relatados en Génesis 2–3. Eso es bien conocido y ampliamente aceptado en la comunidad académica. Deberíamos, por lo tanto, tener siempre en mente que una interpretación ingenua de la Biblia, aquella que toma los textos de forma literal y confunde el orden cronológico de los eventos relatados con el orden histórico, permanece (sin embargo, escondida) hasta el día de hoy.” (Straumann, 2000, p. 60)

En ese acercamiento no quiero, y no es la intención de esta reflexión, detenerme en todos los aspectos narratológicos, histórico-críticos, semióticos y de recepción del texto. Voy simplemente a hacer un ejercicio para reconocer algunas diferencias y sus consecuencias hermenéuticas, para al final ofrecer la sugerencia de que “hay que elegir textos, agendas, vocabulario, lenguaje” para interpretar de manera que influyamos para que haya justica, equidad y armonía.

En términos generales es bueno recordar que la recepción y uso de los relatos de la creación (los dos) fueron leídos (interpretados) y utilizados por los imperios económicos y por los varones privilegiados (por el sistema patriarcal) para violar la tierra, transformando la casa común de fuente de vida a simples recurso de consumo y también violar a la gente, estableciendo una jerarquía de los sexos, haciendo a las mujeres seres inferiores. Nuestro esfuerzo ahora es retomar. los textos para intentar revisitar esas interpretaciones que de manera alguna se alinean con Jesucristo, nuestro modelo de fe y misión.

Creo que los textos de la creación son textos de esperanza, resiliencia y también de crítica a los sistemas de opresión y de muerte. En consecuencia, la fe es la adhesión al llamado para ser colaboradoras/es en el cuidado de la creación, es un llamado a la acción transformadora. También es un llamado a mirar nuevamente, con nuevas lentes, nuestro lugar, como personas, en medio de la creación, sobre ella. Claro que para eso será necesario hacer una elección, tomar una decisión. “Hoy pongo al cielo y a la tierra por testigos contra ti, de que te he dado a elegir entre la vida y la muerte, entre la bendición y la maldición. Elige, pues, la vida, para que vivan tú y tus descendientes” (Deut 30:19)

En los dos textos está claro que Dios es creador, no destructor ni tampoco dueño de algún club especial (de privilegiados). Y la imagen de Dios que la narrativa expresa, es llena de significados.

En el primer texto, había mucha agua y del interior de Dios, de su “nefesh/alma/garganta” sale el mundo. “La ‘ruah’ de Dios es presentada como una madre-pájaro gigante, cuyas “alas se movían sobre la superficie de las aguas”, como explicó Martin Buber a los cristianos de su época” (Schottrof, 2000, pp. 25–26). El autor/a usa el verbo “crear” (en hebreo arB bara’). En Ugarit, por ejemplo, ese término es utilizado para creación artística. Dios es un artista.

En el segundo relato, la tierra está desierta pues “aún no había ningún arbusto del campo sobre la tierra, ni había brotado la hierba, porque Dios el Señor todavía no había hecho llover sobre la tierra ni existía nadie (adam – humanidad) para que la cultivara” (Gen 2:5). Y Dios “formó”, literalmente “modeló”, el “adam /el ser-de-la-tierra”, como un alfarero (Isa 29:16; Jer 18:2–4; Job 33:6).

En los dos relatos parece cierto que la humanidad (adam – el ser de la tierra fértil - adamah) viene de Dios, o de su palabra (dabar) o del trabajo de sus manos que manejan polvo y agua, como un alfarero, y es parte de la creación y no superior a ella. Sin embargo,

“los seres humanos son una parte del todo que nosotras/os llamamos. Universo, una pequeña región en el tiempo y espacio. Elles (los seres humanos) consideran a si mismos, sus ideas y sus sentimientos como separados de todo el resto. Eso es una ilusión de óptica en sus conciencias. Esa ilusión es una especie de prisión. Ella nos restringe a nuestras aspiraciones personales y limita nuestra vida afectiva a unas pocas personas muy próximas a nosotras/os. Nuestra tarea es librarnos de esa prisión, tornar accesible nuestro círculo de compasión hasta abrazar a todas las criaturas y toda la naturaleza en su belleza” (Reimer, 2006, p. 35)

Ese reconocimiento de que la humanidad es parte integral y mantiene una relación de interdependencia con la creación como un todo es fundamental para cambiar estructuralmente la visión tradicional de que la naturaleza está para “servirnos”. Aún más, hay que hacer una elección (creo yo) con relación a lo que tomamos del texto y como lo utilizamos. Pues el lugar del ser humano todavía está en debate. ¿Cuál es el “orden” de Dios para el ser humano?

Cuando miramos los dos textos tenemos dos respuestas diferentes. Gen 1:26.28 tenemos el uso de dos verbos que son difíciles de oír sin alguna reacción negativa: “ejerza dominio” (radah) y “someter” (kabash). Para algunas personas estudiosas, de alguna manera, eso suena positivo. Pero, el problema es que para llegar a esa conclusión es necesaria mucha información externa, normalmente no disponible para la gente común. Para la estudiosa Helen Straumann lo que

“el relato sacerdotal (P) hace de la situación y tarea de la humanidad tiene como trasfondo los antiguos conceptos orientales del mundo y humanidad (en ellos, la humanidad es creada como un objeto para facilitar aún más el trabajo de los dioses. En Génesis, sin embargo, la humanidad posee valor propio). El propio texto explica lo que se desea decir con imagen de Dios: la última frase del verso 26 habla de dominar, lo que es repetido en el verso 28. P depende de la antigua ideología oriental de la monarquía, encontrada muy frecuentemente en Egipto, donde el rey o reina representaban la divinidad. Hay recientes investigaciones que confirman eso. En el ambiente israelita, solamente personas muy importantes tenían derecho a eso; sin embargo, P considera todos los seres humanos como representantes de Dios. El dominio de la humanidad sobre la creación – como un buen pastor que guía y protege su pueblo – significa aceptación de la responsabilidad. (Straumann, 2000, p. 84)

Creo que esta es una lectura generosa del texto. De cualquier manera, es relevante tener en cuenta otra posibilidad donde se lee que:

“El verbo kadash tiene en sí el significado de ‘pisar en la tierra’, o de dominar, en el sentido de someter, tomar pose, tornar la tierra algo aprovechable. La acción predominante del verbo es ‘colocar los pies’, subyugar. También semejante es con el verbo radah. Desde su uso en los textos reales y conatos, los verbos hebreos kadash y radah denotan acciones de dominio, que pueden ser (y fueron) interpretadas. en el sentido de uno dominium terraes irrestricto.” (Reimer, 2006, p. 39)

El otro relato de la creación nos presenta una tarea bien diferente a los oídos y establece un diferente comportamiento y relación con la creación. En Génesis 2:15 se utiliza los verbos “cultivar” (abad) y “cuidar” (shamar). Son imágenes y proposiciones bien diferentes del primer relato. Considerando que tenemos dos textos de dos diferentes tiempos y geografías, hay que manejar los contextos literarios, políticos, ideo-teológicos y sociales de los dos. El lenguaje expresa intención y lugar de donde se habla.

“En el según relato de la creación, en Génesis 2–3, el binomio ‘sujetar y dominar’ es sustituido por ‘cultivar y guardar’ (Gen 2:15). El verbo hebreo abad (cultivar) tiene acá la dimensión del trabajo para garantizar la subsistencia. El verbo shamar (guardar) designa la tarea fundamental de cuidar, manejar, administrar. Así como un salmo afirma que el Dios Yahvé es el ‘guarda’ de Israel, lleno de misericordia y cuidado, los humanos deben cuidar y guardar toda la creación” (Reimer, 2006, p. 41)

Este relato, probablemente originado desde los campesinos que lucharan fuertemente contra la monarquía (el “pecado original” – no oír a Dios y sustituir a El por un Rey humano), prefieren entender su rol en la creación de Dios con relación a la imagen del agricultor/a y del pastor, evitando palabras y, por supuesto, comportamientos de dominar SOBRE. El rechazo de la imagen de quien domina, de quien es Rey y de quien somete es requerimiento para el Reino de Dios y para el discipulado de Jesucristo:

“Tuvieron además un altercado sobre cuál de ellos sería el más importante. Jesús les dijo: —Los reyes de las naciones oprimen a sus súbditos, y los que ejercen autoridad sobre ellos se llaman a sí mismos benefactores. No sea así entre ustedes. Al contrario, el mayor debe comportarse como el menor, y el que manda como el que sirve. Porque, ¿quién es más importante, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No lo es el que está sentado a la mesa? Sin embargo, yo estoy entre ustedes como uno que sirve. Ahora bien, ustedes son los que han estado siempre a mi lado en mis pruebas.” (Lucas 22:24–28)

¿Qué caminos seguir en la jornada interpretativa?

Toda lectura (la manera como nos acercamos al texto), toda proclamación (la manera como damos voz al texto cuando lo leemos en voz alta) y toda interpretación (lo que decimos a partir del texto y desde nuestro lugar de lectura) es un acto político, o sea, influencia y “moldea” pensamientos, imágenes, comportamientos, valores.

Por eso deseo sugerir que tengamos en nuestra agenda hermenéutica:

  • Comunidad – Conexión

Leer los textos sagrados para conectar gente, para fortalecer la jornada y profundizar lazos de sororidad y fraternidad. A la Iglesia fue dada el poder de unir, no solamente desatar, excluir la gente. Vamos a leer en comunidad, crear círculos hermenéuticos para que escuchemos mas claramente lo que Dios desea para el mundo y cómo podemos co-laborar. Evitar los acercamientos dualistas y positivistas. La comunidad es nuestro lugar de sanación, salvación, redención.

  • Resiliencia – resistencia

Leer los textos sagrados para desarrollar comunidades mas resilientes para enfrentar las crisis ambientales que tienen un efecto devastador en la vida. del planeta. Hacer teologías CON (no PARA) las comunidades haciéndolas descubrir sus propias capacidades, habilidades y sueños para seguir.

  • Misión – marcada por el camino de profecía

Leer los textos sagrados para actuar, asumir la Misión de Dios de manera intencionalmente transformadora y amorosa, modelada por Jesucristo y su proyecto de un mundo donde todas las personas y donde la vida en el planeta puedan ser una nueva creación.

  • Integración – con nosotras/os mismos = con Dios

Leer los textos sagrados para enfrentar la fragmentación y las dicotomías engañosas que nos han ensenado en el pasado, a fin de que busquemos la unidad, ser UNO como Dios es UNO, ser interdependientes como la Trinidad lo es.

  • Influenciar para cambiar las normas sociales que dañan y las estructuras que dominan

Leer los textos sagrados para despertar a la gente para su conexión con la madre tierra, sacramento de Dios también, violada y gritando por socorro. Volver a nuestro primer llamado a ser como Jesús que enfrentó, en comunidad, los sistemas políticos y legales, las normas sociales de exclusión y privilegios y la religión meritocrática e imperialista que corrompió el proyecto de Dios.

Desafíos para nuestra labor teológica – ora et labora (orar y trabajar)

• Revisitar los textos bíblicos con nuevas miradas que expresen vida y relación de igualdad y armonía.

• Intencionalmente acercarse a la naturaleza violada y a los pueblos todavía colonizados, explotados y forzados a sostener a menos del 10% de la población del mundo y su estilo de vida – esas voces ayudan a acercarse a los textos bíblicos y sacar teologías liberadoras.

• Tener el entendimiento de Jesús sobre las sagradas escrituras (su historia pasada también): saber elegir, saber cuestionar las “letras” que matan pues hay cosas en las sagradas escrituras que están para que no se haga nuevamente. No reproducir contenidos o teologías violentas, colonizadoras, eugenistas e imperialistas.

• Organizar comunidades y trabajar para que haya más gente para la misión

• Tener la mirada del Evangelio (Jesús) para hacer teologías

• Capacitar los oídos para escuchar y atender los clamores de la gente más sufrida y de la tierra violada sistemática y estructuralmente

• Desarrollar en nuestra vida personal y comunitaria una espiritualidad de la creación – orar y trabajar por la justicia climática – cambiar las estructuras, hacer advocacy y desafiar los estilos de vida con los cuales estamos acostumbrados, que dañan el planeta y las hermanas/os.

Es muy importante que seamos humildes para dejarnos iluminar por las teorías de red, de interconexión ontológica (desde la esencia del ser) del ser humano con la naturaleza, de nuestra interdependencia. Es también importante leer gente como Fritjof Kapra, Eduardo Mooran, Ivone Gebara, Elza Tamez, Marcelo Barros, Gustavo Gutierrez, Nancy Cardoso, Maria Soave Buscemi, Karolina Moro, Paulo Freire, Teillard de Chardin. Ciertamente mis colegas van a poner otra gente en el círculo para compartir.

“Que bellos e infinitos son Tus nombres, oh Señor Dios.

Tú eres llamado por el nombre

De nuestros deseos más profundos.

Las plantas, si pudieran orar, invocarían en las imágenes de sus flores más bellas

y dirían que tienes el más suave perfume.

Para las mariposas, Tú serías una mariposa,

La más bella de todas, los colores más brillantes,

Y tu universo sería un jardín…

Los que están con frío te llaman Sol…

Aquellos que viven en desiertos

Dicen que tu nombre es Fuente de Aguas.

Los huérfanos dicen que tienes el rostro de Mamá…

Los pobres te invocan como Pan y Esperanza

Dios, nombre de nuestros deseos…

Tantos nombres cuantas son nuestras esperanzas y deseos…

Poema. Sueño: Misterio

(Rubem Alves (org), 1999, p. 17)

Paulo Ueti

Paulo.ueti@anglicancommunion.org

Asesor Teológico & Director para América Latina de la Alianza Anglicana / Anglican Communion Office

Bibliografia

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Paulo Ueti

Bible Scholar, Anglican Alliance Facilitator, Researcher on Biblical Studies, living in Brasilia — Brazil most of the time, traveling a lot.