¿Donde están los recursos? Compartir para eliminar la desigualdad – El caso de la viuda de Sidonia – 1Reyes 17:7-16

Paulo Ueti
25 min readSep 3, 2019

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Paulo Ueti[1]

Abstracto

La causa del hambre y la pobreza en el mundo es la desigualdad. El deseo/acción de acumulación y consumismo atrapan la vista para reconocer que la solución está en compartir. El trabajo colectivo, la capacidad de oír a otra gente y tomar el riesgo del desprendimiento son actividades y comportamientos difíciles y que están en el contramano del “normal” en la sociedad capitalista en que vivimos. El caso de la viuda apunta para un método de sanar el hambre y, por consecuencia desafiar la desigualdad. Los recursos para eso ya están, como el Reino de Dios, ya está, pero necesita ser revelado. La misión es re-velar y co-laborar como expresión profética de transformación de estructuras injustas de la sociedad (mentales y económico/políticas).

Abstract

The cause of hunger and poverty in the world is inequality. The desire / action of accumulation and consumerism catch the eye to recognize that the solution is in sharing. Collective work, the ability to listen to other people and take the risk of detachment are difficult actions and behaviours that are contrary to “normal” in the capitalist society in which we live. The widow’s case points to a method of ending hunger and, consequently, challenging inequality. The resources for that are already there, as the Kingdom of God is there, but it needs to be revealed. The mission is to unveil and co-work as a prophetic expression of transformation of unjust structures of society (mental and economic / political).

Introducción

Los débiles y los pobres esperan al Mesías, el que, trayendo el Reino de Dios, redime el cuerpo de los hombres que gimen. Hacer vibrar la melodía que surge de sus cuerpos, la nostalgia de su amor y la fragilidad de su poder es proclamar la esperanza de que, de alguna forma inexplicable, un Mesías vendrá. Mesías: el poder del amor en una persona, bienaventuranza de todos los que esperan.. (Alves 2005, 54)

En esto conocemos el Amor: él dio su vida por nosotros. Y nosotros también debemos dar nuestra vida por los hermanos y las hermanas. Si alguien, poseyendo los bienes de este mundo, ve a su hermano o hermana en la necesidad y se cierra a toda compasión, ¿cómo permanecería en él el amor de Dios? Hijitas / os no amemos con palabras, ni con la lengua,sino con obras y en verdad. (1João 3:16–18)

El texto elegido para el diálogo en este momento es rico en su narración, imágenes, símbolos y diacronía. Evoca situaciones en las que nos encontramos hoy también: sequía extrema en algunos lugares, empobrecimiento, desesperanza, hambre, desigualdades, consecuencias del patriarcado en sociedad con sistemas económicos que privilegian un pequeño porcentaje de la población. También evoca imágenes esperanzadoras de superación de todo esto: iniciativa de acercarse a esa realidad, hospitalidad, diálogo, compartir, fe, encuentro de vulnerabilidades que transforman la situación en fortalezas. La cuestión es como leemos eso, tanto la realidad cuanto el texto bíblico del poder de la viuda.

Y siempre lo leemos desde un contexto personal, político, lingüístico, cultural, social, económico y de fé. En primer lugar, es buen compartir que escribo ese texto desde un lugar de privilegio: soy hombre, en mi país considerado blanco, de clase media, académico. Soy también multicultural, de mamá japonesa y papá italiano, ya viví en 17 lugares diferentes, soy influenciado por diferentes realidades, personas, experiencias. Soy teólogo hijo de América Latina y de sus teologías de la liberación, alimentado por otros ríos teológicos: feminista, negro, queer, indígena y desde y CON la gente más vulnerable. Soy de tradición anglicana, ecuménica (en sentido amplio de la palabra). Trabajo para la oficina global de la Comunión Anglicana con Desarrollo, Advocacy y Teología. Estoy enraizado en la máxima epistemológica de que “aprendemos juntas” (Paulo Freire) y que la ciencia mas antigua es la tradicional de milenios de los pueblos originarios desde mundo.

Mirando lo que experimentamos en general en el mundo, particularmente en el occidente, lamentablemente hay que decir que en gran parte el cristianismo falló, o la expresión del cristianismo hegemónico en esta parte del mundo. Jesús, el Cristo para las personas que lo siguen, fue traicionado y la religión que surgió después de su Pascua vive hoy una crisis ética profunda. Pertenecer a la religión cristiana no ha fructificado en mejoras para las personas y el planeta. Y para la sociedad en general, que no esta alfabetizada en la religión, el cristianismo representa una parte negativa de la vida.

Christian Aid 2017

“En América Latina y el Caribe, las oportunidades de crecimiento están muy ligadas al lugar de nacimiento y a la identidad, lo que incluye el género, el grupo étnico, la raza, la religión u orientación sexual. La desigualdad de ingresos es sólo un aspecto de la situación, ya que existen enormes diferencias en el acceso al empleo o a mercados para vender la producción. Las mujeres sufren desproporcionadamente los efectos de la pobreza, marginación, cambios climáticos, discriminación y violência.”(Richmond, et al. 2017, 9)

A pesar de ciertas mejoras vistas en los últimos tiempos, aún la desigualdad de ingreso, riqueza, acceso a bienes y recursos es alarmante y permanece profundamente enraizada en los más diversos segmentos de las sociedades en que vivimos. Por ejemplo, el hambre aumentó en todo el mundo por tercer año consecutivo, estimulada por conflictos y por el cambio climático, según la Organización de las Naciones Unidas. El hambre parece estar aumentando en casi toda África y en América del Sur, con 821 millones de personas -una de cada nueve pasando hambre en 2017, de acuerdo con el informe Estado de la Seguridad Alimentaria y de la Nutrición en el Mundo de 2018. (FAO, IFAD, UNICEF, WFP and WHO 2018)

“La rueda de la reducción de desigualdades paró en Brasil. Entre 2017 y 2018, hubo una conjunción de indicadores negativos que cuentan la triste historia de un grave retroceso del progreso social en el país. Son retratos recientes de un proceso que comenzó hace más tiempo y que no muestra signos de reversión. Teniendo en cuenta los últimos cinco años, hubo un aumento de la proporción de la población en condición de pobreza, del nivel de desigualdad de ingresos del trabajo y de los índices de mortalidad infantil. El coeficiente de Gini de ingreso domiciliar per cápita, índice que mide la desigualdad de renta en el país y que venía cayendo desde el 2002, se estancó entre 2016 y 2017.” (OXFAM Brasil, 2018, p. 11)

La violencia contra las llamadas minorías creció y se institucionalizó. El discurso de odio se convirtió en conversación cotidiana y formó comportamientos en todos los estratos de la sociedad. Muchas iglesias cristianas se adhirieron a ese movimiento y producen teologías violentas para apoyar prácticas de exclusión y sostener sistemas de privilegios.

Y los discursos religiosos tienen un papel importante en esta realidad de retrocesos marcados por el fundamentalismo religioso, normalmente excluyente y violento. Por lo tanto, elegir teologías, seleccionar textos y optar por interpretaciones liberadoras y emancipatorias son desafíos de este momento en muchos lugares del mundo. Esta realidad convoca a las personas cristianas a revisar la fe, la tradición, la forma de hacer teología, los lentes con los que se leen las sagradas escrituras para ser más “sal y luz” y agentes de transformación (una parábola del Reino) que “ piedras de tropiezo “y Satanás “, parte del problema.

Lectura como acto político intencional — transforma el bien común

Procuro desvestirme de lo que aprendí

Procuro olvidarme del modo de recordar que me enseñaron

y raspar la tinta con que me pintaron los sentidos,

desencajonar mis emociones verdaderas,

Desempaquetarme y ser yo, no Alberto Caieiro,

sino un animal humano que la naturaleza produjo,

Pero eso, (¡triste para nosotros que traemos el alma vestida!)

Eso exige un estudio profundo,

Un aprendizaje de desaprender …

(Alberto Caieiro)

Ese poema de Alberto Caieiro, una de las tantas personas de Fernando Pessoa, explica el proceso que llamamos leer. Leer no implica solamente un acto de decodificar signos, sino también un acto relacional que cambia todo cuando es iniciado.

Eliana Yunes, una pensadora de la literatura afirma que:

“el acto de lectura no corresponde únicamente al entendimiento del mundo del texto, sea escrito o no. La lectura carece de la movilización del universo de conocimiento del otro — del lector — para actualizar el universo del texto y hacer sentido en la vida, que es el lugar donde el texto realmente está. Aprender a leer es familiarizarse con diferentes textos producidos en diferentes esferas sociales (periodística, artística, judicial, científica, didáctico-pedagógica, cotidiana, mediática, literaria, publicitaria, entre otras) para desarrollar una actitud crítica, en otras palabras, de discernimiento, que lleve a la persona a percibir las voces presentes en los textos y percibirse capaz de tomar la palabra delante de ellos.”(Yunes, 2009, p. 9)

Cuando leemos nos relacionamos con un universo amplio y complejo y no simplemente con una única realidad. Nunca vamos al texto o a la realidad siendo inocentes y neutrales. Esas cualidades no existen entre nosotros cuando se trata de relacionarse con los tejidos de los cuales formamosparte (vida y texto escrito). Y ese orden es importante: primero la vida, después la realidad (lo que entendemos de la vida) y después el texto escrito. Pertenezco a un grupo de pensadores que afirma que la realidad no es lo mismo que lo real. La realidad es lo que conseguimos entender de lo que supuestamente sería real. Lo que conseguimos asimilar o percibir. Tener siempre nuestra perspectiva y comprensión de lo que experimentamos, vemos o leemos (aquí llamo a eso lo “real”).

Por eso es importante darnos cuenta de que siempre estamos en procesos de interpretación, y toda interpretación es mediada, nunca objetiva o neutra. Elizabeth Fiorenza nos recuerda que cualquier teología (un lenguaje sobre Dios y su revelación) es “desde elcomienzo implicada” en discursos múltiplesy luchas diversas. Un aspecto de esa implicación es que “lo que ves depende de donde se posiciona”, o sea, teologías son hechasdesde una perspectiva particular y no puede fingir ser de otra manera. Teologías producen conocimiento que también es situado en contexto y perspectivas. (Thomson, 2015, p. 36)

Por lo tanto, siempre nos preguntamos ¿Por qué hacemos teología? ¿Para quiénhacemos teología (ciertamente noes para Dios)? Y ¿Cuál es nuestra agenda política (de influencia y ordenamiento del mundo)? ¿Cómo acercarse a las narrativas de la creación y sus interpretaciones de una manera que produzca vida y justicia?

Por tanto, vayan y hagan discípulas/os de todas las naciones, bautizándolas/os en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.”

(Mateo 28:19–20)

“… pues él quiere que todas sean salvas y lleguen a conocer la verdad.”

(1Timoteo 2:4)

Históricamente, la religión ha sido uno de los agentes más poderosos para facilitar el cambio de conducta, normas sociales y actitudes de las personas.Sabemos que los actores religiosos tienen un rol estratégico en la influenciay en el establecimiento devalores, comportamientos y normas en cualquier sociedad.El discurso religioso, las teologías, son instrumentos de creación de vida y también de opresión y muerte.

El método importa

Hemos descubierto desde hace mucho tiempo que es fundamental que haya personas que vengan, no hacer la lectura y la interpretación en lugar del pueblo o en su nombre, sino ofrecer subsidios y funcionar como facilitadoras / parteras y leer JUNTO CON ELLOS y ELLAS, personas que vengan a reconocer que el pueblo es el primer sujeto de la lectura bíblica. Se descubrió que no basta “enseñar y capacitar” como un “outsider” sino HACER JUNTOS. No basta con estar de acuerdo con la opción ética fundamental de la Profecía y del Evangelio que es la defensa de la vida de las personas más vulnerables, sino que se enfrentan a un desafío epistemológico de reconocer que la Palabra de Dios actúa directamente en el pueblo y que JUNTOS podemos encontrar sentido y vocación para que el Reino venga.

Yo elegí en ese articulo no poner acá en trabajo de investigación del texto en si, desde el hebreo y sus conexiones. Asumo que todas saben que para llegar donde deseé llegar tuve que pasar por la exegesis dura y, por supuesto, ella está en el trasfondo de esa aproximación.

El camino se hace al caminar

Me gustaría acercarme con ustedes a la narración que encontramos en el libro de Reyes sobre una mujer y un niño desesperados, con hambre y abandonados a su propia suerte en un país que sufría una gran crisis económica. Por desgracia, los estereotipos y la percepción que se tiene de viudas y de las relaciones desiguales de género (ayer y hoy) pudieron haber sido responsables, en la mayoría de las interpretaciones, de subrayar el papel de los hombres y cuán poderosos son, y cómo las personas más vulnerables, especialmente mujeres y niños, deben oír su voz e instrucciones porque obviamente ellOs son los enviados — mesías — de Dios, para que las soluciones aparezcan.

1Reyes 17

7 Algún tiempo después, se secó el arroyo porque no había llovido en el país. 8 Entonces la palabra del Señor vino a él con este mensaje: 9 «Ve ahora a Sarepta de Sidón, y permanece allí. A una viuda de ese lugar le he ordenado darte de comer». 10 Así que Elías se fue a Sarepta. Al llegar a la puerta de la ciudad, encontró a una viuda que recogía leña. La llamó y le dijo:

— Por favor, tráeme una vasija con un poco de agua para beber.

11 Mientras ella iba por el agua, él volvió a llamarla y le pidió:

— Tráeme también, por favor, un pedazo de pan.

12 — Tan cierto como que vive el Señor tu Dios — respondió ella — , no me queda ni un pedazo de pan; solo tengo un puñado de harina en la tinaja y un poco de aceite en el jarro. Precisamente estaba recogiendo unos leños para llevármelos a casa y hacer una comida para mi hijo y para mí. ¡Será nuestra última comida antes de morirnos de hambre!

13 — No temas — le dijo Elías — . Vuelve a casa y haz lo que pensabas hacer. Pero antes prepárame un panecillo con lo que tienes, y tráemelo; luego haz algo para ti y para tu hijo. 14 Porque así dice el Señor, Dios de Israel: “No se agotará la harina de la tinaja ni se acabará el aceite del jarro, hasta el día en que el Señor haga llover sobre la tierra”.

15 Ella fue e hizo lo que le había dicho Elías, de modo que cada día hubo comida para ella y su hijo, como también para Elías. 16 Y tal como la palabra del Señor lo había anunciado por medio de Elías, no se agotó la harina de la tinaja ni se acabó el aceite del jarro.

En la lectura popular de la Biblia, que tiene una intencionalidad clara y asumida, la JORNADA en sí parece ser parte importante y estructurante de esa caminata. El proceso debe tenerse en cuenta. Es en el camino que vivimos, que compartimos, encontramos, desencontramos, aprendemos y, lo más importante, desaprendemosy nos desapegamos de cosas y verdades para que continuemos caminando y no desistamos o seamos alejados (cometamos “pecado”, que significa “errar el blanco “).

Mirando al contexto mayor del texto en cuestión en esta presentación, tenemos el anuncio que el profeta Elías hace para el Rey Acab de que habrá una gran sequía en el territorio. Elías es enviado lejos (al extranjero) y se encuentra en una situación de vulnerabilidad. Parece que el poderoso profeta necesita aprender algo de alguien en una situación como de el. Él dependerá de los cuervos y después de una viuda para que lo alimente. El gran hombre de Dios es quien necesita ayuda. Él tiene hambre y sed. Puede ser que el Evangelio de Juan, cuando comenta el encuentro de Jesús (también un mesías — enviado de Dios) con la Samaritana, sea una referencia a ese texto. Él tiene sed y necesita ayuda.

En las lecturas más comunes y predicaciones sobre este texto, estudiosos y predicadoras/es siempre se han centrado en la figura del Profeta como aquel que tiene poder y como el que lleva “la voz de Dios” para criticar/denunciar/llamar la atención a las personas individualmente, así como al sistema monárquico (visto como el “pecado original” — Gn 3). A pesar de que el texto presenta la realidad de la necesidad y vulnerabilidad, el hombre Profeta se convierte en el centro de atención y el “conductor principal de la voluntad de Dios”. Elías es una figura importante en la teología del Nuevo Testamento, pues cuando miramos las prácticas de Jesús ciertamente Elías nos viene a la mente. Por eso, tratar la figura de Elías como el enviado de Dios, origen y único responsable de la “salvación” de aquella mujer y niño tiene una influencia directa en la manera como percibimos y proclamamos a Jesús, como entendemos el Mesías y como nos comportamos en nuestras relaciones actuales. Lo que, a su vez, influye en la manera en que percibimos y tratamos a líderes (especialmente masculinos) en nuestro ambiente moderno en la política, trabajo, iglesia y familia.

Quiero mirar ese texto desde dos aspectos: el de la viuda y el niño, y el proceso de superación del hambre y la desesperación. Me acerco a ella en el intento de leerla como enseñanza para establecer metodología y procedimientos para cambiar realidades. El ‘cómo’ es claramente un elemento en este texto. Yo diría que el texto privilegia a la viuda y al niño como canales de salvación y producción teológica.

En aquella sociedad patriarcal (israelita y alrededores) la condición de viudez colocaba a la mujer en situación de extrema vulnerabilidad económica y social. Después de la muerte de su marido, su dueño en varios sentidos, la mujer que se queja sola se encuentra en una situación muy insegura, por ejemplo, en Éx 22: 21–24 la viuda es clasificada junto con el huérfano y los extranjeros. Ellas son frágiles y vulnerables, por lo que necesitan protección legal y profética (Is 1: 16–23; Jr 22: 3). La situación es aún más grave cuando la misma tiene un niño aún pequeño bajo sus cuidados, como es el caso de nuestro relato en cuestión.

La situación de esa viuda y su niño en Sarepta es desesperante. ¿Algo bueno puede venir de la desesperación y de la desgracia? Sin más agua o comida para sobrevivir, están preparadas para entregarse a la hermana muerte. Es interesante notar que el Profeta Elías fue enviado específicamente a ella, una extranjera en relación con él, aunque hubo muchas viudas en Israel. Parece que es recurrente esa pedagogía divina que insiste en que “fuera de Israel”, desde lo extranjero, existe salvación, conocimiento, conversión, posibilidades de aprendizaje y llamado a estar presente, hacer algo para cambiar la realidad.

La narración subraya la importancia de esta mujer y niño fuera de Israel. Una lección debe ser aprendida allí, si no por Elías, al menos por las personas que van a escuchar y leer la misma. Esta historia fue retomada por Jesús para ayudar a sus discípulos a entender el camino del Reino y la Salvación. Pureza étnica, teologías exclusivistas (discursos sobre Dios herméticos y dogmáticos) y xenofobias no se combinan con el camino revelado por Jesús para el conocimiento del Reino. Hay mucho que aprender y compartir con gente “extranjera” o diferente de lo “normal” a lo que estamos acostumbrados.

Ahí, Elías, en situación de necesidad (hambre, sed, necesitando un lugar para quedarse), se encuentra con esa mujer y niño, también en situación de necesidad (hambre, sed, escasez, desesperanza). Los tres personajes se encuentran en un suelo común, necesitando uno del otro. En aquel momento y en aquel lugar están los recursos necesarios para cambiar la vida de todo el mundo.

¿Cómo superar el hambre, la desesperanza y el exclusivismo religioso?

Nuestra historia colonialista forjó el pensamiento de que “alguien, de afuera normalmente, viene a salvar o resolver su problema”, y creó una cultura de victimización muy fuerte en las personas en situación de vulnerabilidad. Un determinado discurso religioso, teología, acompañando la colonización obviamente, garantizó que hubiera un reconocimiento de culpa en las víctimas. Todo lo malo que pasa es culpa de quien experimenta esa situación. Es una retribución divina del mal comportamiento, del pecado, de la no conversión. Nuestras historias están marcadas por un constante desconocimiento y desvalorización del conocimiento local y de los recursos que ya existen en nosotros mismos y en las comunidades.

En la Comunión Anglicana se desarrolla un proyecto llamado “ABCD (en inglés: Asset Based Community Development)” — Desarrollo comunitario basado en los recursos locales. Es una metodología para el desarrollo sostenible de las comunidades en función de sus fortalezas y potenciales. Implica evaluar los recursos, habilidades y experiencia disponibles en una comunidad; organizar la comunidad en torno a temas que mueven a sus miembros a la acción; y determinar y tomar la acción apropiada. Este método utiliza los recursos y recursos propios de la comunidad como base para el desarrollo; a la gente de la comunidad al alentarlas a utilizar lo que ya poseen.

En este proyecto ese texto sobre “encuentros que superan el hambre y producen esperanza” ha sido fundamental para ayudar a las comunidades locales a darse cuenta de sus valores, capacidades, conocimientos tradicionales y valorar la colaboración externa, a través del acercamiento, diálogo y ayuda mutua para que la realidad, la manera de percibir la realidad, cambie y para que otras comunidades puedan experimentar ese camino también. Fue necesario un cambio profundo de mentalidad sobre “quien tiene poder para “salvar””.

Al leerlo con mujeres de diferentes comunidades, y también con líderes varones en algunos casos, es fascinante el número de temas y aspectos que se plantean más allá del tradicional privilegio del profeta como hombre poderoso de Dios que debe ser escuchado para que las cosas malas se resuelven, y cómo las personas en situación de vulnerabilidad necesitan estar abiertas para alguien (hombre de preferencia, con poder, famoso y “de fuera”) al ponerse a disposición para ayudar.

Algunos aspectos desarrollados durante los estudios realizados por comunidades locales:

· Dios toma la iniciativa de aproximarse para que las situaciones de vulnerabilidad sean atendidas y transformadas. Es necesario escoger y desarrollar teologías que expresen esa característica divina: ir al encuentro, por amor no por mérito.

· Es necesario escuchar a Dios y salir de su propio lugar e ir en busca del otra/o. Todo diálogo implica ser capaz de permanecer atenta y abierta a la otra, como instrumento de Dios para transformar realidades. Todo encuentro es transformador. Y los dos personajes están escuchando a Dios porque se están escuchando mutuamente.

· La hospitalidad es parte fundamental de la espiritualidad judeocristiana e instrumento estructural de superación de vulnerabilidades

· Es necesario establecer relaciones y diálogo.

· La resolución de conflictos y problemas se da cuando hay una figura que funciona como partera, como en el caso del profeta Elías. Él tiene ese papel de colaborar para que haya una revelación, un reconocimiento: la comunidad local ya tiene recursos para compartir y solucionar problemas. Es la viuda que ofrece compañía y comida al profeta perseguido.

· Es necesario insistir en la capacidad y el valor de compartir. No siempre, especialmente en situaciones de extrema hambre y sed, compartir es una opción que está a disposición. La viuda no está dispuesta a ese gesto en el primer momento del diálogo. Toma tiempo para que se reconozca ese valor como estructurante de la superación del hambre y miseria, desafiando así las desigualdades de las que somos víctimas.

Mirando entonces al conjunto del texto, un relato pascual en la verdad: ¿cómo del hambre y desesperación se llega al final con abundancia y posibilidad de futuro?

“Las luchas sociales también son escenarios pedagógicos donde los participantes ejercen sus pedagogías de aprendizaje, desaprendizaje, reaprendizaje, reflexión y acción. Es sólo reconocer que las acciones dirigidas a cambiar el orden del poder colonial parten con frecuencia de la identificación y reconocimiento de un problema, anuncian la disconformidad con y la oposición a la condición de dominación y opresión, organizándose para intervenir; el propósito: derrumbar la situación actual y hacer posible otra cosa. Tal proceso accional, típicamente llevado de manera colectiva y no individual, suscitan reflexiones y enseñanzas sobre la situación/condición colonial misma y el proyecto inacabado de la des- o de-colonización, a la vez que engendran atención a las prácticas políticas, epistémicas, vivenciales y existenciales que luchan por trans- formar los patrones de poder y los principios sobre los cuales el conoci- miento, la humanidad y la existencia misma han sido circunscritos, controlados y subyugados. Las pedagogías, en este sentido, son las prácticas, estrategias y metodologías que se entretejen con y se construyen tanto en la resistencia y la oposición, como en la insurgencia, el cimarronaje, la afirmación, la re-existencia y la re-humanización.” (Walsh, 2013, p. 29)

Desear el camino y asumir sus consecuencias

“Deseé ardientemente comer esa Pascua con vosotros antes de sufrir …” (Lc 22:15)

La lectura popular de la Biblia es fruto de una agenda política clara y definida, también es fruto del deseo (el ser humano es necesidad y deseo) y asumir la transformación natural a la que estamos sometidos, principio erótico que crea vida, mueve y transgrede el protocolo preescolar establecido. Amar es transgredir, es “ir más allá”, es inventar lo posible, desafiar lo imposible y superar el individualismo tan presente en nuestros contextos. Es un proceso dinámico y puede ser perturbador del orden como fueron, por ejemplo, los relatos/memorias de aquella niña llamada Sulamita del libro del Cantar de los Cantares, de Miriam hermana de Moisés, de la viuda de Sarepta, de José el esposo de María, mujer sirio-fenicia que enfrentó a Jesús y a los discípulos, entre tantos ejemplos de voces y cuerpos proféticos-discordantes.

Rubem Alves expresa el deseo de Dios que se vuelve nuestro desear con una poiésis poderosa, “porque hablar de Dios es apostar en el triunfo del amor a pesar de todo”:

Que hermosos e infinitos son Tus nombres, oh Señor Dios.

Tú eres llamado por el nombre

de nuestros deseos más profundos.

Las plantas, si pudieran orar,

invocar en las imágenes de sus flores más bellas

y dirían que tienes el más suave perfume.

Para las mariposas Tú serías una mariposa,

la más bella de todas, los colores más brillantes,

y tu universo sería un jardín …

Los que están con frío te llaman Sol …

Aquellos que viven en desiertos

dicen que tu nombre es fuente de las aguas.

Los huérfanos dicen que tienes el rostro de Madre …

Los pobres te invocan como Pan y Esperanza.

Dios, nombre de nuestros deseos …

Tantos nombres cuántas son nuestras esperanzas y deseos …

Poema. Sueño. Misterio. (Rubem Alves (org), 1999, p. 17)

Un importante concepto fundamental de la teología, y que para los creyentes es también una importante experiencia de vida, es que Dios siempre toma la iniciativa de ir al encuentro, Él se entrega, porque Dios es amor y pasión (1Juan 4:19; 1–3,11).

Esta idea de la entrega incondicional (entrega que la viuda y Elías tuvieron que reaprender), precisamente porque incondicional es lo contrario de lo que el ser humano espera. De hecho, sabemos que, desde siempre, la humanidad está acostumbrada a pensar que “verdad = dominio”. La entrega calculada o condicionada es accesible al sentido común porque forma parte de la experiencia humana, pero la entrega incondicional choca con su visión del mundo dominada por el mercado y por el intento de monocultivo abogada. En su lógica, la entrega tiene que dar sus frutos, tiene que ser reconocida, tiene que implantarse en la historia como forma de un testimonio vencedor. Porque son éstos, desde siempre, los derechos de la verdad. Cuando no es así hay un problema de comprensión y de experimentación. Y se establece un cierto nivel de esquizofrenia e incoherencia en el desarrollo del discurso bíblico-teológico: Dios es misericordia incondicional, pero “promete el perdón a todos cuantos, con sincero arrepentimiento y viva fe, a Él se convierten”.

El segundo elemento es que esta manifestación se transforma inmediatamente en una provocación, en un llamamiento. Lo que se pide es simplemente disposición a mirar, honesta y limpiamente, la manifestación de Dios, pero cuando sucede, es imposible quedarse sólo mirando. En esta teología, los lectores comunes están llamados a no rechazar esa provocación y, por eso, no pedir que esa manifestación se separe del llamado que ella suscita.

Para la lectura popular de la Biblia, y para aquellas personas que están involucradas en esa lectura, está claro (o debería estarlo) que es Dios mismo que quiere acercarse y manifestarse. A pesar de la iniquidad que habita el corazón de la humanidad desde su infancia (Gn 8:21), Dios continúa creando porque ama. En la liturgia católico-romana hay un canto, inspirado en Is 49:15 y los 11: 1–9:

La madre será capaz de olvidarse

o dejar de amar a algunos de los hijos que generó

Y si existe acaso tal mujer / Dios se acordará de nosotros en su amor.

El amor de madre es como el amor de nuestro Dios

Tomó a su gente en las rodillas quiso atraernos

Hasta la ingratitud inflama su amor

Un Dios apasionado nos busca a ti ya mí

No es muy fácil, como ya se ha mencionado, pensar y vivir bajo el estatuto teológico que afirma que “hasta la ingratitud inflama su amor”. Es crucial ponerse en actitud de escucha y de apertura a esa naturaleza divina y a esa palabra que llegan de una manera nueva e inesperada (1Rey 19: 1–18) y “no vuelve sin haber hecho algo” (cf. Es 55: 10–11). Todo encuentro en sí implica transformación. Para la lectura popular de la Biblia el encuentro es intencional, es un deseo de llegar y participar en ese proceso alquímico de transformación.

Cuando leemos el conjunto de los textos del Nuevo/Segundo Testamento se percibe muy presente el espíritu de la Torah y de los Profetas de proteger a las personas que están en situación de opresión, son desfavorecidas en el sistema y que están en algún tipo de necesidad que las hagan menos humanas. Los pobres, extranjeros, huérfanos, viudas y mujeres están entre las categorías que se deben proteger.

Por eso, en mi opinión, es importante resaltar la presentación de Jesús como profeta, el Elías e incluso Moisés, o como Siervo Sufridor que invita a las personas que lo siguen a discursar, actuar y vivir contra las estructuras injustas establecidas en cualquier sociedad. Max Weber definió al profeta como “un individuo carismático que se insurge contra la estructura religiosa establecida, con el fin de provocar eventuales cambios o entonces fundar una entidad nueva y diferente, reuniendo a los simpatizantes de su nueva ideología.” (Weber 1971, 429–632).

Aquí estoy poniendo el foco en esta tradición profética de Jesús, que se esfuerza hasta el fin para mantener su religión fiel a los preceptos de la Torah, de la protección de los pobres, de liberación de las personas oprimidas, del cuidado del medio ambiente y del intento de establecer una economía solidaria en el camino de la tierra prometida.

Como ejemplo de lucha y voces discordantes dentro del Canon traigo el Evangelio de Marcos. Con el paso del tiempo y con el proceso de institucionalización de las comunidades el ideal de amar al prójimo, acoger a las personas que más lo necesitan y enfrentar el imperio y sus ideologías se han vuelto más difíciles y hubo una necesidad de más conversaciones sobre ello en las iglesias.

Hay un conflicto expreso en los evangelios, por ejemplo, en relación con las personas excluidas en general y su acceso a Jesús, por lo tanto, al Reino y a la Salvación. Hay una insistencia normativa por parte de Jesús sobre los sujetos de su ministerio y cómo las personas que lo acompañan deben pensar, actuar y hablar. En los años 70 a 90 tenemos la impresión de que el debate interno dentro de las iglesias sobre su ethos y su vocación es intenso. Con los resultados de la llamada Guerra Judaica alrededor del año 70 EC se intensifica también un sentimiento de pureza y de extrañamiento a la diversidad.

Los grupos defensores de la teología de la raza elegida y los proyectos políticos de una sociedad privilegiada y dominadora se extienden, especialmente entre los seguidores más cercanos a Jesús. La disputa sobre quién es ese Jesús, de Nazaret se convierte en un gran tema de los textos y memorias guardadas. ¿Jesús es el Rey David que va a reconquistar Jerusalén y tomar el trono o es el Siervo Sufridor, de tradición profética como Elías y Eliseo, que va a asumir las consecuencias de su proyecto y confiar en que la comunidad que lo seguía va a continuar lo mismo?

El evangelista Marcos interviene en el momento en que el proceso de institucionalización del cristianismo comienza a implantarse con vigor. Su Evangelio testimonia no sólo la situación carismática que lo precede, sino también las dificultades y las tensiones que ese cambio provoca en el interior de las comunidades, los conflictos de autoridad, la visión sobre Jesús, que le están ligados y las consecuencias dramáticas que dejan presagiar al hombre el inicio de la estructuración de las iglesias. Así, en la segunda parte de su narrativa evangélica, Marcos, como hizo Jesús, comunica con autoridad su mensaje, con el fin de impedir la lucha encarnizada por el poder, desencadenada por la institucionalización de su comunidad. Si se observa, ese mensaje proporcionará cambios importantes en las convenciones y el funcionamiento social: compromiso radical (Mc 8: 31–38); prioridad dada a los pobres (Mc 10: 17–31), a los pequeños (Mc 9: 42–50; 10: 13–16); primado ético del amor (Mc 12: 28–34); la valoración del servicio y de la acogida en lugar de la dominación (Mc 9: 33–37, 10: 35–45, apertura a las naciones (Mc 13:10, 15:39)(Bonneau 2003, 117–118)

Cuando se necesita insistir mucho en algún asunto o algún comportamiento es porque no está en la agenda del día y ni forma parte de la norma cotidiana en la que vivimos. Esto se relaciona directamente con la imagen que tenemos de la viuda y del profeta Elías. La narrativa establece que el lugar de la revelación es la experiencia de la vulnerabilidad, donde los dos personajes si encuentran, compartiendo dolores, necesidades y esperanzas. El dialogo establecido inicia el proceso de cambio para los dos y la insistencia del profeta maneja la recusa de la viuda en compartir en el primero momento.

Conclusión

Esta aproximación hermenéutica de la narrativa de la viuda y el profeta Elías en un espacio pedagógico de la Revelación es una invitación para preocuparse con las imágenes que nuestros discursos teológicos producen y reproducen. Especialmente el favoritismo masculino y estratificado que los discursos construyen a través de las instituciones religiosas cristianas. Una atención debe ser dada al llamado “proceso, camino, jornada”, no solamente al resultado, al objetivo. Las lecturas transformadoras son aquellas que llevan en cuenta la efectiva participación de todos los elementos en una narración para que ella tenga sentido y produzca sentido en la realidad en la cual está siendo leída y/o escuchada/

En América Latina la agregación de otros métodos de lectura, estudio y hermenéutica para allá del método histórico-critico fue una oportunidad de crecimiento y fortalecimiento de las teologías y exégesis militantes en dirección al Reino de Dios, para los creyentes y en dirección a un proceso de luchas contra la desigualdad e injusticias.

Bibliografia

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[1]Paulo Ueti es filósofo, teólogo, biblista, de la Iglesia Episcopal Anglicana del Brasil, fue profesor de teología y exégesis bíblica del Seminario Teológico São Boaventura, Brasília, DF; trabajó como profesor en la pós graduación “Historia y Literatura del Cristianismo Antiguo” de la Universidad de Brasilia; profesor de Herméuticas Latinoamericanas/Desarrollo y del Nuevo Testamento en la Academia Teológica Asiática, Sri Lanka; asesor del Centro Ecuménico de Estudios Bíblicos, Brasil; asociado de ABIB (Brasil) y SBL (EEUU); asesor teológico de la Comunión Anglicana; biblista consultor del Comité Inter-Anglicano para la Unidad, Fe y Constitución; Consultor del Director para la Educación Teológica de la Comunión Anglicana y miembro del Comité de Teólogas/os y Biblistas para la Justicia de Género en la Comunión Anglicana

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Paulo Ueti
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Written by Paulo Ueti

Bible Scholar, Anglican Alliance Facilitator, Researcher on Biblical Studies, living in Brasilia — Brazil most of the time, traveling a lot.

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